miércoles, 8 de septiembre de 2010

La justicia politizada

Que el hombre sea “un animal político” y que el concepto de “lo político” se encuentra en cualquier actividad humana no quiere decir que siempre que alguien esté almorzando o comprando un par de zapatos deba estar pensando por quién va a votar en las próximas elecciones. Asimismo, que en las altas cortes de este país, como en cualquier corporación humana, haya “política”, no significa que cuando un juez profiera una sentencia siempre deba estar pensando en sus relaciones con algún congresista o en sus intereses burocráticos en tal o cual entidad del Estado.

La politización de los jueces en Colombia no es un tema nuevo, pero como casi todos los problemas graves, suele crecer con el tiempo. No hace mucho, era rarísimo ver  al presidente de una alta corte salir en los medios. Sólo ante situaciones de extrema gravedad aparecía el Presidente de la Corte Suprema, por radio o televisión,  en un extraordinario gesto para solidarizarse con la institucionalidad amenazada. Hoy las ruedas de prensa de los magistrados son tan corrientes como en su momento lo fueron los consejos comunitarios del ex Presidente Uribe. Los jueces ya no se manifiestan a través de sus providencias, ahora lo hacen por tele pronter. Es increíble que hoy por hoy los  estudiantes de derecho no se enteren de las más importantes decisiones judiciales leyendo una sentencia sino revisando un “comunicado de prensa”. ¡El caso más dramático es el de la sentencia del referendo, Uribe no es Presidente y todavía no conocemos el texto de la sentencia!

Contrasta la desmedida actividad mediática y política de las altas cortes con su muy lenta (y en algunos casos paralizada) actividad en cuanto a muchas de sus labores constitucionales y legales. El caso más dramático es el de la designación de Fiscal General en propiedad por parte de la Corte Suprema de Justicia. Colombia lleva más de un año sin Fiscal  porque la Corte no ha encontrado el tiempo necesario para ponerse de acuerdo en la toma de una decisión de vital importancia para la nación. ¡Dicha Corporación ni siquiera se ha puesto de acuerdo para elegir Presidente de la Corte Suprema! (Arrubla está encargado) Amén de la congestión judicial, los problemas en la administración de la rama etc. No puedo ni quiero afirmar que todos los magistrados sean y hayan sido unos manzanillos, pero a pesar de admirables ejemplos de pulcritud es difícil que ejemplos como los anteriores no manchen (con injusticia) el todo de la alta rama judicial.

El problema no parece ser uno de diseño institucional. Ajustes más ajustes menos, el modelo de justicia fundamentalmente planteado en la Constituyente de 1991 responde a la organización judicial básica de un Estado de Derecho moderno (derechos fundamentales, sistema penal acusatorio, acción de tutela, tribunal constitucional etc.) La cuestión puede estar más en los integrantes que componen la institución, que en la institución en sí misma. ¿Y ese problema cómo se resuelve? 

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